"Africa me ha convertido en mejor persona y mejor escritor"
El célebre escritor sueco Henning Mankell rescató la literatura del continente negro
Susana Reinoso
LA NACION
"¡Hagan algo por Africa! Muestren que los africanos no sólo mueren, sino que están igual de vivos que nosotros. Ellos no tienen nada que ver con la crisis internacional, aunque sufren las peores consecuencias. Pero también culpo a los periodistas por la forma en que manipulan las imágenes sobre África. Los medios siempre describen cómo la gente se muere, pero no como viven allí".
La exhortación del reconocido escritor sueco Henning Mankell dejó muda a la prensa que seguía, casi devotamente, sus respuestas en la conferencia de prensa convocada ayer en la residencia del embajador sueco en Buenos Aires.
El autor de la famosa serie sobre el inspector Kurt Wallander es una de las visitas estelares de la 35° Feria del Libro de Buenos Aires. Mañana a las 20 tendrá un diálogo abierto con el público en la Sala José Hernández.
Generoso con su tiempo, amable durante las dos horas de encuentro y campechano en el trato (le dio la mano a cada uno de los periodistas presentes), Mankell exhibió un profundo cariño por el continente negro, que según dijo, lo ha convertido "en mejor persona y mejor escritor". Y al hablar sobre el papel del escritor dijo que tiene que ser "la voz del mundo".
Para el regocijo de toda la prensa, el autor de El Chino anunció que el 18 de agosto saldrá en Suecia, luego de una década de silencio, la nueva y última novela sobre su famoso antihéroe, el inspector Kurt Wallander. Pero esta vez, el escritor -que ha vendido más de 25 millones de ejemplares de su serie sobre el investigador- se concentra en la vida de su personaje, diabético e inseguro, que tiene tantas tribulaciones como cualquier mortal.
Sin avanzar mucho sobre el tema del libro, que comenzará en 1983 con un encuentro con el asesinado primer ministro sueco Olof Palme asesinado en 1986, tranquilizó a los periodistas presentes y dijo: "Después de este libro se darán cuenta que no será posible otro, porque algo pasa que lo hace imposible. El tendrá un nieto y no morirá. El título será El hombre inquieto y estará en español recién en 2010, porque Tusquets tendrá que traducir 600 páginas".
Al hablar sobre el género policial que lo ha convertido en una celebridad en más de 100 países y un autor traducido a más de 40 lenguas, el escritor de Zapatos italianos subrayó: "Sólo escribo libros que yo mismo quisiera leer. Vivimos en un mundo donde todo es fragmentado y rápido, y la gente busca algo más largo", sostuvo Mankell, cuyo policial preferido es Macbeth, de Shakespeare.
Nacido en Estocolmo, a los 61 años Mankell ha escrito 40 novelas, de las cuales el 25% están protagonizadas por Wallander. Es la primera vez que el escritor viene a Buenos Aires, a la que considera "mágica y mística. Conozco argentinos en Suecia que se fueron durante la dictadura militar argentina. Ustedes vivieron algo terrible. Nunca hubiera venido a la Argentina en aquella época", admitió al recordar a su compatriota Dagmar Hagelin, desaparecida en esa época.
Luego dijo que, hasta ayer, su única referencia del país habían sido las 36 horas que permaneció hace unos años, por un desperfecto en un vuelo que lo llevaba de regreso a Europa.
El autor sostuvo que la popularidad de su inspector Wallander tiene que ver con que "es una persona real, como cualquier otra, que cambia todo el tiempo, que tiene diabetes, una enfermedad que puede tener cualquiera. ¿Se imaginan a James Bond con diabetes?", se preguntó risueño.
El continente olvidadoAfrica estuvo presente todo el tiempo en sus reflexiones. Mankell reparte su vida entre dos culturas y dos ciudades. La mitad del año en Estocolmo, la otra mitad en Maputo, Mozambique, donde dirige el Teatro Avenida.
De sensibilidad honda, se enfadó varias veces al hablar sobre la mirada que los europeos tienen sobre el continente negro: "Me preocupa que en 2009 haya millones de chicos que no saben ni leer ni escribir. Es una verdadera vergüenza, porque una persona que no sabe leer es como una persona sin manos. Con el dinero que los europeos gastan en un año en alimentos para sus perros y gatos, se podría eliminar el analfabetismo ", subrayó. Mankell apuntó también que Suecia está muy afectada por la crisis financiera mundial y que, por primera vez desde la posguerra, se están perdiendo puestos de trabajo. Expresó luego su esperanza de que la crisis económica "ayude a crear una nueva conciencia política" entre sus compatriotas y de que el 1° de mayo "la gente salga a las calles a manifestarse contra la injusticia".
También repartió críticas a los medios de comunicación. "En Suecia también el periodismo es superficial. Cuando un inmigrante comete un crimen, se centran en su condición de tal, pero no en las razones que pudo tener para cometerlo", criticó.
Más adelante admitió, con cierto pudor, que no tiene un amplio conocimiento de literatura argentina, pese a que conoce "la literatura mitológica escrita por aquellos marineros suecos que estuvieron en la pampa. También conozco quién es Maradona y la mano de Dios, y el Che Guevara". Y prometió llevarse ejemplares de diez autores para resarcir el hecho.
Se manifestó admirador de Gabriel García Márquez. ""¿Cómo sería vivir en un mundo donde García Márquez no hubiera escrito sus libros? Estaría muy vacío", sostuvo.
El autor de Asesinos sin rostro dijo que nunca tuvo una novela que no diera ganancias. "Con Wallander gané muchísimos lectores. Eso me sorprendió un poco. Aunque nunca se puede saber qué tipo de libro conquistará a mucha gente", dijo con indisimulada satisfacción.
Respecto de las duras descripciones de sus novelas policiales, que el escritor usa para revelar las contradicciones de la sociedad, explicó: "Sea lo que sea que escriba, lo que pueda imaginar, la realidad siempre es peor. En mi imaginación nunca puedo pensar sobre cosas tan horribles como las que suceden en la realidad".
Y Africa cerró sus reflexiones: "La razón por la me fui a Mozambique son las mismas por las cuales regreso. Desde allí puedo ver las cualidades de la vida humana y del mundo. Me enoja ver cómo el resto del mundo trata a los africanos. Soy suficientemente viejo para recordar el día en que la literatura latinoamericana cambió el modo de ver el mundo. Les aseguro que muy pronto la literatura africana provocará el mismo impacto".
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