Wednesday, September 03, 2008

¿Por qué es necesario el latín?

Por: PEDRO MANUEL SUÁREZ MARTÍNEZ PROFESOR TITULAR DE FILOLOGÍA LATINA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO

Al hilo de la animadversión creada en torno a la 'Pequeña historia' en que tratábamos sobre el rechazo a la creación de una titulación en Filología Asturiana, sobre la libertad de expresión y la autonomía universitaria, respondíamos en la anterior historia al porqué de nuestro particular rechazo al modo en que se había 'normalizado' el bable frente a otras lenguas; y dejábamos pendiente para esta las consideraciones sobre la opinión de un lector que se quejaba de que el asturiano no cupiera como titulación en la universidad, mientras que una Filología Clásica, aun pese a sus pocos alumnos, sí.

Apuntemos, de entrada, que, como toda comparación, esta también resulta odiosa, inapropiada e injustísima. Ante todo, porque los alumnos de las asignaturas de asturiano, según me consta, son asimismo muy pocos en la facultad, no sé si menos. Y, además, porque no es en el número de alumnos donde está el meollo de la cuestión, sino en las diferencias que cabe apreciar entre las materias. Veamos alguna.

Decíamos ayer que las lenguas se normalizan solas por la acción de dos fuerzas, la de los hablantes que la usan y la de los escritores de talento que la pulen y la matizan, de suerte que la devuelven a los hablantes, por así decirlo, mejorada, más hecha. Pues he aquí una gran diferencia entre el asturiano normalizado y el latín: mientras que el asturiano se normalizó 'in uitro' en unos pocos años, sin una amplia literatura y sin suficientes hablantes en que inspirarse, el latín se forjó a sí mismo y se convirtió en lengua literaria y de expresión a lo largo de más de veinticinco siglos. Eso implica, de paso, otra diferencia, y es que si el asturiano normalizado es, digámoslo así, un tanto 'artificial', el latín es y, sobre todo, fue tan real como la vida misma y su literatura.

Y si el asturiano es un conjunto de dialectos hablados en una pequeña región por más o menos 1.000.000 de posibles hablantes, el latín fue hablado y escrito en toda Europa y norte de África durante siglos por millones de hablantes. El latín es una lengua de referencia para otras muchas lenguas, por muy aparentemente 'muerta' que parezca estar. Parecida cosa cabe decir del griego.
Dejemos, pues, las comparaciones simplistas y vayamos a ese meollo de la cuestión, a saber: por qué es necesario el latín o para qué sirve, eterna pregunta. No voy a decir, como recientemente hacía P. Auster, en su discurso de recepción del premio Príncipe de Asturias, que no sirve para nada, como el arte en general, aunque sería una buena razón por el mero hecho de ser una producción humana: ¿para qué, si no, sirve la música, la literatura, la pintura? ¿Y las otras filologías? Lo mismo puede decirse incluso de la paleontología: ¿qué más da si hubo hombre en Atapuerca o no? Al contrario, voy a exponer tres buenas razones que justifican la enseñanza del latín en todos los niveles.

La primera es una razón cultural. Es la que nos permite comprender porqué nos llamamos pomposamente «civilización occidental» frente a otras civilizaciones (orientales, africanas, americanas...). Los romanos absorbieron la cultura griega y en su expansión por Europa la llevaron a todos los territorios conquistados. Es lo que se denomina romanización. Este proceso, lento, pero que llega a nuestros días, explica por qué los europeos hemos inventado (mejor heredado), por ejemplo, un derecho público y privado, una determinada forma de construir, de pensar, de gobernar (en democracia, claro), de entender la religión, de desarrollar el arte, la ciencia, etcétera.

Es esa romanización, que luego se exportó a otros continentes, la que determina la uniformidad cultural que existe en Europa: lo mismo encontramos un templo gótico en Colonia que en Lisboa, o barroco en Múnich que en Nuevo México. Digamos que si el ser civilizado consiste en la adopción de unas costumbres exclusivamente humanas en sus diferentes manifestaciones, nuestra civilización occidental -distinta de otras- es heredera de la tradición greco-latina, con la adición de unos valores cristianos superpuestos a ella. Darse cuenta de todo esto y de lo que implica es tarea de cada estado y para ello dispone de un instrumento fundamental: la educación, de la que, sin embargo, en nuestro país son cada vez más arrinconados estos saberes, al contrario de lo que ocurre en otros como Bélgica, Finlandia, Suecia, Holanda, por citar algunos casos extremos.

La segunda es una razón filológica y tiene que ver con la 'latinización' que conllevó la romanización, es decir, el proceso mediante el cual los pueblos conquistados prefirieron adoptar el latín como lengua propia, como el modo más natural de romanizarse y de medrar en la sociedad romana. Ese latín paneuropeo y africano, por lo que sabemos, fue uniforme y sólo la caída del imperio romano tras las invasiones bárbaras, que acabaron también romanizadas, facilitó la fragmentación de esa uniformidad y el desarrollo local de las llamadas lenguas románicas, una de las cuales, por supuesto, es el asturiano.

En un hipotético plan de estudios de cualquier lengua románica, incluido el inglés que no es propiamente románica, pero hereda del latín buena parte de su vocabulario, ¿no sería justo, adecuado, normal, necesario que el latín fuera obligatorio para todos los alumnos, incluidos los de asturiano, para conocerla bien por dentro? Pues por alguna razón, quizá gremial, no lo es. Pero hay más. ¿Sabíamos que los griegos inventaron los géneros literarios: épica, tragedia, comedia, lírica, novela... y que los romanos los heredaron y nos los legaron? ¿Sabíamos que escribimos en un abecedario heredero del genial invento del alfabeto griego, que consistió en dotar de una grafía a cada sonido que reconocieron en su lengua? Podríamos seguir así 'ad infinitum'.

La tercera es la razón social. ¿Acaso el trabajo del matemático consiste en saber sumar, restar, dividir y multiplicar y enseñarlo? ¿O por el contrario tiene que enseñar esas cuatro operaciones e investigar en otras nuevas, para encontrar nuevas aplicaciones? Pues lo mismo hacemos quienes nos dedicamos a estos menesteres: somos necesarios en la sociedad para enseñar los latines y griegos de siempre e investigar sus entresijos, de modo que todo junto contribuya a saber, en definitiva, por qué nos distinguimos los occidentales de otras culturas.

Pero es que, además, como dice F. R. Adrados, el latín y el griego, lejos de ser lenguas muertas, viven dentro de nuestras propias lenguas y son recurrentes, ya sea en voces evolucionadas, ya sea en la creación de términos nuevos. La medicina, la ingeniería, la botánica, la física, la arquitectura... cualquier rama del saber construye sus tecnicismos con latines y griegos, de suerte que se convierten en términos 'panoccidentales', es decir, comunes a todo occidente.

Pues bien, gracias a esta herencia clásica, al Renacimiento, con su drástica separación de lo divino y lo humano, y a la Ilustración hemos conformado nuestra propia civilización, emulada por tantos. ¿Qué otras culturas pueden decir eso?¿No es la nuestra la única en que la división de los poderes terrenales y los religiosos nos ayudan a vivir y progresar en libertad? ¿Pueden decir eso judíos o musulmanes? No. En este sentido puede decirse que ellos viven en la más absoluta Edad Media. Creo, en fin, que la Filología Clásica, que se enseña en toda Europa es el pilar fundamental de nuestra civilización; una civilización a la que se entra por la lengua. Si descuidamos su conocimiento, pronto dejaremos de saber, parafraseando al poeta, quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Aunque tengamos pocos alumnos.



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