Tuesday, September 05, 2006

Los escritores tuvieron un diálogo directo con sus lectores

La cadena Cúspide reeditó la tradicional práctica que dio origen a la Feria del Libro

Escritores y lectores en diálogo directo fue la estrategia para promover la narrativa argentina que hace un mes se propuso la cadena de librerías Cúspide y que anoche cerró con un encuentro masivo de autores locales que, en distintas mesas que representaban a sus editoriales, departieron largamente entre sí y con el público.

Muchos clientes de la librería ubicada en el complejo Village Recoleta se sorprendieron al encontrarse con los escritores que leen desde hace tiempo. Incluso muchos de ellos no son habituales concurrentes a la Feria del Libro.

Nik, Guillermo Martínez, Liliana Hecker, Eduardo Belgrano Rawson, Antonio Dal Masetto, Ana María Shua, Jorge Fernández Díaz, María Rosa Lojo, Dalmiro Sáenz, Ariel Bermani, Marcelo Figueras, Martín Kohan, Pedro Mairal, Daniela Di Segni, Claudia Piñeyro, Silvia Plager, Angela Pradelli, Pablo Ramos, Cecilia Romana, Alejandro Vaccaro y Miguel Vitagliano se sumaron a la bulliciosa convocatoria.

Del autor al lector

Los anaqueles de best-sellers fueron destinados a literatura argentina. La invitación a los lectores comenzó ya en la vidriera que da a la calle Vicente López, donde Borges fue omnipresente a lo largo de agosto, mes del aniversario de su nacimiento.

Consultada por LA NACION sobre la novedad de reunir a los escritores con sus lectores, como una iniciativa independiente de la Feria del Libro o la habitual presentación de novedades editoriales, la narradora Ana María Shua dijo a LA NACION: "La exposición pública siempre es un poco inquietante para un escritor porque uno ignora qué lectores vendrán. Es una buena iniciativa para los escritores y su obra".

Guillermo Martínez, premio Planeta de Novela, coincidió en que es "muy interesante que haya posibilidad de encontrarse con los lectores y de que haya una estrategia para difundir la literatura argentina". Para la escritora Silvia Plager, la propuesta es inédita. "Esto no ocurre desde la época en que había librerías chicas y nuestra presencia era distinta", precisó.

Nik concentró un buen número de fanáticos -adultos y adolescentes- que, Gaturro en mano, reclamaron dibujos. Algunos lectores, como Cristina Rebzda y Verónica Díaz Bialet, sumaron dibujos del caricaturista de LA NACION a sendos ejemplares que compraron para regalar. Pasadas las 18, se sortearon otros dibujos. "Estos encuentros humanizan a los autores y el acercamiento favorece el entusiasmo por leerlos", dijeron ambas mujeres.

La marplatense Ana María Otárola se mostró sorprendida con el movimiento de escritores en la librería: "Esto en Mar del Plata no pasa. Es muy buen estímulo para la lectura y para conocer a quienes leemos".

Dijo la organizadora del convite, Susana Fernández: "Fue gratificante que los escritores que recién empiezan a ver su obra en las librerías nos llamaran para venir esta tarde. La idea es que todo sea informal y que ellos se sientan cómodos". El encargado del local, Freddy Aballay, señaló que la sucursal trabajó para el encuentro durante más de un año y puso de relieve una realidad insoslayable del mercado editorial local: la rotación incesante de títulos en vidrieras y anaqueles no les permite a los autores locales ganar espacio para la exhibición de sus obras.

Otro aspecto es que frente a la profusión de la producción editorial, la narrativa argentina tiene dificultades para calar en el gusto del consumidor local. Para Nicolás Abreu, jefe de marketing de Cúspide, la idea es repetir el encuentro el año próximo. Por ejemplo, que septiembre sea el mes de la literatura argentina. "Este local es visitado por muchos turistas que cada vez que llegan piden Borges o Cortázar. Es bueno mostrarles también los demás escritores que tenemos en el país", agregó.

En el espacio de la vidriera cedido especialmente a la obra de Borges, había elementos que pertenecen a la colección de Alejandro Vaccaro: dos fotografías, un pasaporte, la libreta de su primer casamiento, monedas conmemorativas, una escultura y un original de Emecé de la primera edición de su "Obra poética". El espacio preferencial de la vidriera se compadeció con la exhibición de la producción borgiana en el interior del local.

Mezclada entre tantos nombres destacados, la joven poeta Cecilia Romana, ganadora del Premio de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz e integrante de la editorial Sigamos Enamoradas, parecía disfrutar de la cercanía de todos estos escritores magníficos que uno conoce de leerlos y de los que tanto ha aprendido, según manifestó

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